Adriana Carlos
La decadencia de las producciones de altamar ha impactado en el trabajo de las empacadoras de camarón, un ámbito laboral en el que predominan las mujeres, muchas de ellas madres solteras que tienen que dejar a sus hijos encargados con alguien más para salir a ganar dinero y poder mantener a la familia.
Entra la veda camaronera, crece la necesidad de estas trabajadoras de un empleo temporal y la urgencia de subemplearse aseando casas, de camaristas en algún hotel, donde se pueda obtener ingresos y sobrevivir los seis o siete meses de la llamada “temporada de piojillo” incluso, algunas ya no regresan.
“Ahorita la pesca está tan vulnerable la tienen muy abandonada, el gobierno no está fijando los ojos aquí cuando tanta gente dependemos de la pesca, tanta familia, es directa e indirectamente porque dependemos tortillerias, fruterias carnicerías, polleria, nosotros directamente aparte con la familia”, señala Sonia Martinez Moreno, de 49 años, encargada de personal de dos plantas congeladoras “Doña Choco” y “Maros” (ubicadas una frente a la otra).
Fieles a la lucha por el bien de la actividad pesquera, las trabajadoras de plantas han pedido públicamente apoyen a los dueños de los barcos con un precio de diesel marino rentable para que puedan salir a la pesca y ellas tengan trabajo.
“Sino esto se va acabar, va en decadencia. Si no capturan no trabajamos, de hecho no hay trabajo y cuántas familias dependemos de eso. Si no hay trabajo no ganamos y si hay sí ganamos”, advierte Sonia.
Aunque en el empaque de camarón la mayoría son trabajadoras mujeres también hay hombres empacadores, gran parte de ellos no son de Mazatlán.
A Sonia le ha tocado vivir las diferentes etapas del sector pesquero desde que era niña, su madre Olga Moreno Medrano trabajó alrededor de 60 años de empacadora y fue mayordoma en una de las plantas.
“(Su mamá) falleció de los pulmones era madre soltera, nos sacó adelante a los tres hijos y nos dio estudios_ expresa orgullosa Sonia_ Gracias a Dios fuimos criados por abuela, se trajo a mi abuelita del rancho y se quedó con nosotros a vivir, nos hacía falta (su madre) pero teníamos todavía el cariño de abuela”, recuerda.
Empezó a trabajar en plantas a los 21 años de edad por herencia su madre, Olga.
En sus inicios dice que no sabía ni de tallas ni de colores del camarón, solo lo conocia para comérmerselo, pero su madre le fue enseñando, se fue metiendo a trabajar con ella porque trabajaba de planta en una congeladora y le fue gustando, se cambió de congeladora y la jaló a esta planta (Doña Choco), aquí ya tengo 11 años, narra.
Su madre fue una empacadora toda su vida, trabajo con el que les dio estudios a ella en Administración y Empresas Turísticas y a sus dos hermanos una maestra y un ingeniero quien falleció.
En aquel entonces el trabajo de su carrera era muy mal pagado, y decidió seguir en la planta aunque este trabajo muy incierto tambien es muy bondadoso pero todo el tiempo con la incertidumbre de que sea una buena temporada.
“Bendido Dios no me puedo quejar tengo a mi esposo, entre los dos hemos sacado a mis hijos adelante, de la pesca, el es pescador (en barco atunero)”, agrega.
Sonia, madre de 3 hijos, comenta que mientras ella y su esposo trabajaban sus hijos estaban en la guardería, “ los sacaba en la tarde de allí los llevaba con una tía” afortunadamente ya están grandes no me preocupan ya pasamos por eso, indica.
La vida no ha sido fácil –añade Sonia- sufren los hijos a la par que las trabajadoras, porque quiera o no es un abandono hacia ellos por la falta de padres, lamenta al recordar los sacrificios que tuvo que hacer junto a su esposo para sacar adelante a sus hijos.
En medio las difíciles situaciones ha ido sacando adelante la educación de su hijos, el más grande es chef vive vive en Querétaro, vende cebiches y tacos de camarón estilo Mazatlán, el segundo estudia preparatoria y el menor la secundaria.
Dice que afortunadamente siempre tuvo quien le ayudada a cuidar a sus hijos, buscó la manera de que se quedaran con familia pero sabía que como padres no podían ser sustituidos.
“Trataba los fines de semana aprovecharlos al máximo que no se trabajaba pero si les sufren tanto uno como ellos, porque no estamos al 100 con ellos”, señala.
“Mis hijos me dicen , esto va en decadencia (la pesca). Ellos tienen que abrir su propio camino, yo siento que todavía las puedo –afirma contudente Sonia- me siento joven con ganas de trabajar pero solamente mi padre Dios es el que sabe hasta cuando”.
Las trabajadoras de plantas congeladoras se mantienen a la espera de que lleguen los barcos y rindan viaje de captura, en esos días sí les va bien, reconoce, pero hay que guardar dindero para la veda.
“Por eso la insistencia de que el Gobierno apoye a los armadores, empleo temporal no es mucho pero cuando menos nos ayuda para salir adelante”, indica.
Subraya Sonia que lo que muchas mujeres necesitan es que se instalen guarderías dentro del área de trabajo porque hay muchas mamás solteras. “Por ejemplo una institución en Parque Bonfil, porque nos hace falta y que hubiera horarios flexibles a la hora que salieran las mamás, que estuvieran bien cuidados, bien protegidos los hijos”, recalca.
Refiere que aunque estas demandas se las han planteado a los políticos y los han apoyado pero no les han cumplido.
“Cuando andan en campaña nos prometen el cielo y las estrellas después ya no. Adaptarnos todas y ser una sola fuerza no es tan fácil, aunque lo hemos hecho. Por ejemplo cuando necesitan el apoyo de la empacadora para ir al estadio ahora que vino el Presidente de la república, (Andrés Manuel López Obrador) o si hay que ir a México vamos, para eso si es necesario nos juntamos”, dice.
En mazatlán hay mil 515 mujeres empacadoras, sin considerar descabezadoras, peladoras entre otras.
“Me gustaría mucho que apoyaran a la mujer que este sector no estuviera tan vulnerable, que ojalá que el gobierno apoye a todos los armadores para que a nosotros no nos falte el trabajo, porque si a ellos no los apoyan esto se va a terminar”, advierte.
El trabajo en las plantas no es fácil porque son jornadas larguísimas. Yo entro a las 7 de la mañana y no hay horario de salida me han dado las 11, 12, hasta la 1 de la mañana trabajando para sacar el tonelaje que tenemos que sacar día a día aquí en la empresa, explica.
“Aquí se trabaja a destajo es por charola se nos paga a 4 pesos por charola soy la encargada de personal aquí, la que manejo el personal y estoy en todas las áreas, desde recepción, primer glase, segundo gley, carton y sello, empacadora, clasificadora y hasta que va el producto terminado en un trailer”.
Al hablar del proceso que sigue el camarón al llegar a la planta, comenta que la empacadora hace su charola, pasa a la clasificadora, de clasificadora pasa a primer glase, de primer glase suben a cartón y sello hacer empaque ya de empaque se hace segundo glase se mete a bodegas hasta que se hace el trailer.
El camarón que llega a la planta se maneja de exportación y para consumo nacional.
En esta planta son 50 mujeres empacadoras, hay mujeres de más de 70 años todavía activas, pero tienen que cuidar mucho su salud, las enfermedades más comunes en esta actividad son padecimientos de artritis y del pecho, porque trabajan a bajas temperaturas.
“Este trabajo no es nada fácil es muy pesado, tan solo las jornadas tan largas de trabajo y estar paradas, porque no nos sentamos a veces desde las 7 de la mañana hasta las 9, 10, 11 de la noche, no hay horario”, reitera.
Con todas sus inconveniencias es un trabajo que Sonia no quiere dejar de hacer.
“Me gustó más que trabajar de turismo porque había más manera de agarrar dinero, era muy mal pagado (su profesión) trabajaba en un hotel de recepcionista y me pagaban muy poco y aquí no, gracias a Dioshemos sacado a mis hijos y me siento muy satisfecha de todo lo que he logrado”, concluye.
Relata como de niña al ver como trabajaban el camarón las mujeres, la rapidez y habilidad que tenían para empacar el camarón le llamaba la atención.
“Antes había muchisimo camarón han cambiado todo, no habia tantas medidas de seguridad ocmo las hay ahora, no usaban cubreboca, muchos barcos venían de hielo ahora están a la última tecnología los barcos, para las certiicaciones tiene que estar uno más a la línea del reglamento de Estados Unidos que exigen las empresas también Japón y Europa tienen certificación”.
Para trabajar en una planta congeladoras se tiene que enseñar para que conozca el tamaño, la calidad y los colores.
“Hay mucha gente mayor, esto ya va en decadencia la verdad porque las muchachitas, ahorita, las jóvenes no quieren trabajar en esto. Sin embargo, en esta planta (Choco) han entrado muchachas jóvenes y se les enseña como separar la calidad, el color y el tamaño, la medida así le llamamos, porque el camarón se clasifica por color, talla y, calidad”.
En esta planta son 50 mujeres empacadoras, hay mujeres de más de 70 años todavía activas.
Enfermedades más comunes en esta actividad son padecimientos de artritis, pecho, porque trabajan a bajas temperaturas, este trabajo no es nada fácil es muy pesado, tan solo las jornadas tan largas de trabajo y estar paradas, porque no nos sentamos a veces desde las 7 de la mañana hasta las 9, 10, 11 de la noche, no hay horario.