Con su puesto de comida en el Bonfil la Sra. Santa sacó adelante a su familia

Con su puesto de comida en el Bonfil la Sra. Santa sacó adelante a su familia

Sinmurosnews

*Les dio escuela a sus 5 hijas y compró su casa

Adriana Carlos

En medio del apogeo y la decadencia del sector pesquero de altamar, la señora Santa Farrera dedicada desde hace 33 años a la venta de comida, refrescos y otros comestibles para los pescadores en uno de los puestos del parque Bonfil pudo lograr salir adelante en la vida con sus 5 hijas, darles estudio y tener su casa.

“Mucha gente me conoce tengo aquí 33 años y cuando era la cooperativa Comonfort estuve 8 años así que tengo más de  40 años (en el sector de la pesca)”, expresó doña Santa como le llaman.

Santa Farrera, nació en Salina Cruz, Oaxaca, quedó huérfana a los 12 años su tía, hermana de su mamá la trajo a Mazatlán a vivir con ella y aquí se quedó, su tía falleció recientemente.

Estudió hasta primaria se casó, pero no le fue bien su matrimonio se tuvo que hacer cargo de sus cinco hijas, la difícil situación económica que enfrentó la obligó a buscar ingresos para mantenerlas.

“El papá no se hizo cargo de nada me dejó con todo el paquetito, pero gracias a Dios allí estamos con mis hijas puras mujeres”, comentó mientras despachaba en su labor diaria del puesto acompañada por uno de sus nietos.

De aquí salió para tener mi casa, mantener a mis hijas y darles escuela expresó al referirse al sector pesquero.

 “Cuando inicié tenía mi hija –la menor- chiquita, ya tiene 33 años estaba recién nacida tenía como 15 días, y yo me vine porque tenía que trabajar tenía 5 hijas y tenía que mantenerlas a ver cómo y así me vine para acá”, señaló refiriéndose al muelle pesquero donde está instalado su puesto.

“Era puro monte cuando empecé pasaba uno para la colonia Redonda , yo no tenía trabajo no tenía nada y dije voy a conseguir un puestecito para acá y vine y aquí me pasaron un puesto en 400 pesos y aquí me quedé”, recordó.

Comentó que cuando recién llegó había pocos barcos en el muelle, “fueron comprando el año pasado casi no salieron, había más dinero antes, más camarón, hay pero poco cuando salen las lanchas sacan casi diario”.

La señora Santa inició la venta de comida para los pescadores en un puesto que estaba en uno de los extremos del Bonfil, mantenía la incertidumbre de que la quisieran sacar, en una ocasión el armador Ricardo Michel le ofreció ubicarse en un puesto afuera de las instalaciones de la cooperativa 21 de Agosto. “Me dijo aquí nadie te va a sacar y hasta ahorita gracias a Dios no me han sacado”, indicó.

¿Cómo le hace para sobre vivir?

“También pido fiado y ahí me la voy pasando y así me la llevo llega el día que alguien me paga, o me abona. Pido fiado y lo que me abonan los sábados, porque algunos trabajan por semana, ya voy y también abono y así me van dando fiado también hay van uno como otro”, respondió.

A su puesto, dice, les da de comer a puros pescadores desde hace años, cuando consiguen también prestado le abonan.

Las épocas de piojillo cada temporada no han sido motivo para dejar de abrir su puesto. Todos los día abre, “el domingo voy y compro mi mandado lo dejo aquí y ya me voy, desde las 7 de la mañana abro”, agregó.

“Yo no me quedo en mi casa ningún día aunque no haya negocito ya me acostumbré a estar aquí, porque si no hay nada me siento y me quedo dormida mejor me pongo hacer algo, vengo hago tamales también ya ando trabajando pero si me siento me da sueño, nunca ha tenido problemas. Con el velador que me echa la vista”, dijo.

El año pasado Santa fue parte de las beneficiadas del programa Empleo Temporal.

“Nos ayudaban porque barríamos nos daban mil 300 pesos pero nos lo quitaron para uno ya no hay esa ayuda pero este año ya no quisieron”, señaló.

Siente que las autoridades deberían reactivar ese programa, este año no las contemplan en ningún programa.

Las que manejan puestos de venta de comida en el muelle pesquero son mujeres.

“De aquí salió para mantener a mis hijas la mayor va a cumplir 50 años, otra la ayuda, los nietos”, expresó.

Hoy tiene 68 años, maquillada con sobras azules y labios pintados, subraya que siempre le ha gustado arreglarse y no piensa dejar de trabajar en el puesto “hasta que Dios diga hasta aquí o que me quiten”, concluyó.

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