Columna Página de Opinión

–Servicios públicos que dan pena
Por Alejandro Gallardo
El éxito de un gobierno municipal se mide, sin rodeos, por la eficacia con la que brinda los servicios públicos que la ciudadanía necesita día con día.
En el caso de Mazatlán, el panorama actual refleja un claro retroceso respecto a hace apenas siete meses, cuando asumió la presidencia municipal Estrella Palacios.
Uno de los rubros más sensibles, la recolección de basura, ha ido en picada, especialmente desde que se cambió al titular del área de Aseo Urbano para dar paso a una recomendada de la pareja presidencial. Desde entonces, las colonias y comunidades rurales padecen un servicio cada vez más deficiente.
En cuanto al alumbrado público, Mazatlán literalmente dejó de “brillar”. Las luminarias LED que dejó en bodega el exalcalde Édgar González —quien sustituyó más de 25 mil en decenas de colonias y comunidades— ya se agotaron, y no ha habido más reposición.
El programa “Maz Bacheton” también se quedó corto. El Ayuntamiento presume haber tapado más de 4 mil baches, pero esa cifra apenas roza la superficie del problema. Las calles siguen llenas de hoyos, y con la temporada de lluvias en puerta, la situación sólo empeorará. Más aún, las reparaciones son incompletas. Como ejemplo: hace alrededor de un mes, el dirigente del PRI, José Luis Arreola, denunció un mega bache en la calle Walamo del fraccionamiento San Joaquín. Al día siguiente, celebró que Obras Públicas acudiera a repararlo. Lo que no ha notado es que el cerro de escombros generado por la obra sigue ahí, estorbando y causando molestias. Trabajo a medias.
En esa misma zona —San Joaquín, Villa Verde, Villa Florida— los vecinos también denuncian un desabasto crónico de agua potable. No hay obras ni fugas que lo justifiquen. El servicio se “tandea”: llega por la noche y se corta por la mañana.
Eso sí, el recibo llega puntual y completo, y si uno se retrasa, hay que pagar la reconexión que rebasa los 200 pesos.
Del drenaje, mejor ni hablar. Ya empieza a brotar por distintos puntos, y eso que aún no llegan las lluvias fuertes que, cada año, provocan colapsos en calles y avenidas.
No existe un plan integral de rehabilitación del sistema, y todo indica que, una vez más, locales y turistas tendrán que caminar entre ríos de aguas negras.
En prevención del delito, la situación tampoco mejora. Apenas hace dos días, el Secretario de Seguridad Pública, Jaime Othoniel Barrón, informó que en mayo se robaron 80 motocicletas estacionadas. La cifra representa una disminución del 30 % respecto a abril, cuando se reportaron más de 120 robos. Un “consuelo” que no cambia la realidad: mientras los delincuentes actúan con libertad, los agentes de tránsito y preventivos aprovechan para montar retenes con fines recaudatorios, sancionando a motociclistas con cualquier pretexto.
Ayer mismo, el dirigente del PAN, Evaristo Corrales, denunció en redes sociales este abuso. Señaló que la mayoría de los afectados son jóvenes que usan la moto para ir a trabajar. Dijo que las autoridades prefieren multar —o pedir “mochadas”— en lugar de implementar campañas de concientización y regularización.
Y mientras los servicios públicos se desmoronan, la alcaldesa se mantiene ocupada en su agenda de farándula y culto a la personalidad. Incluso debutó como operadora electoral en la estrategia de acarreo de votantes durante la reciente consulta judicial del domingo pasado.
Frente a esta realidad, cabe insistir: si una administración no cumple con su principal obligación, que es brindar servicios públicos de calidad, esa gestión está reprobada. Así lo reflejan también las encuestas de opinión serias, no patrocinadas ni maquilladas.
Hasta aquí nuestra entrega de hoy.