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-Algo no anda bien en Mazatlán
Por Alejandro Gallardo
Aunque moleste a los defensores de la causa, existen evidencias claras de que el gobierno municipal de Mazatlán, encabezado por Estrella Palacios, no lleva el rumbo que esperaban los más de cien mil electores que votaron por ella o por Morena, la marca política de moda en los comicios de junio de 2024.
Las señales son contundentes. En primer lugar, la conformación de un gobierno de cuotas, integrado por quienes hicieron posible su llegada al poder: el propio gobernador Rubén Rocha, su círculo más cercano, los grupos internos de Morena y ciertos poderes económicos. Todos van por lo suyo.
Es una administración que ya ejerce recursos públicos en obras y servicios —porque allí están y para eso son—, pero que no termina de definir un rumbo claro que permita mejorar las condiciones del puerto.
La percepción ciudadana es la de un gobierno de utilería, superficial y banal. Importan más la fotografía y la propaganda engañosa que los hechos.
Hasta el momento, ya se contabiliza cerca de una decena de cambios en el gabinete. En áreas clave como Tesorería y Obras Públicas, los titulares han salido por no coincidir con el rumbo de la administración o por resultar incómodos para el ego del equipo gobernante.
Llama la atención el reciente cambio en la dirección del Instituto Municipal de la Juventud. Asume el cargo Arantxa Ahumada, en sustitución de Cindy Verónica Rodríguez, cuñada de la regidora Fabiola Torres, quien —a pesar de militar en Morena— ha sido crítica de las decisiones dictadas desde la presidencia municipal.
Algo se resquebraja en el grupo edilicio de Morena en el cabildo.
Entre los trabajadores del Ayuntamiento hay un fuerte malestar por los recortes presupuestales en las dependencias. Por ejemplo, no hay hojas para imprimir oficios, ni material de trabajo, ni copias para atender a la ciudadanía. Incluso se suspendió la compra de alimentos para empleados que deben laborar más allá de su horario habitual.
Los señalamientos contra el gobierno de Estrella Palacios son numerosos y consistentes: no hay transparencia ni rendición de cuentas. Ronda en el ambiente la percepción de corrupción. Aún sigue sin esclarecerse la compra, sin licitación, de medicamentos por más de 19 millones de pesos. Un pecado que ha costado el cargo a otros alcaldes, aunque esos eran considerados obstáculos en la sucesión política del gobernador Rocha.
Sin embargo, en el gobierno local no pasa nada. Se niegan a reconocer la crisis. Pero el propio tesorero los contradice: admitió que de los 40 millones de pesos mensuales que antes se recaudaban por el Impuesto sobre Adquisición de Inmuebles, hoy apenas ingresan 8 millones. Seguramente fue reprendido por esa confesión, que también deja en evidencia la crisis del sector inmobiliario y turístico, provocada por la creciente inseguridad en el puerto.
Mazatlán atraviesa una crisis, denunciada incluso por la oposición que aún queda en el municipio.
Por ejemplo, el dirigente municipal del PAN, Evaristo Corrales, ha señalado que Mazatlán vive una anarquía debido a los deficientes servicios públicos: falta de agua potable, fallas constantes en el suministro eléctrico, recolección de basura deficiente y una preocupante ausencia de planeación urbana.
Aun más grave, el panista afirma que la autoridad municipal ha claudicado en su responsabilidad de gestionar soluciones ante el gobierno estatal y federal para atender los problemas más sentidos por la población, especialmente en materia de seguridad.
También la regidora Maribel Chollet ha alzado la voz. Además de criticar el desabasto de medicamentos, acusó a policías municipales de hostigar sistemáticamente a la ciudadanía.
En fin. Esperemos que corrijan el rumbo. Por lo pronto, esto es lo que hay.