Adriana Carlos
Sentado sobre una hamaca que tiende de un árbol en una de las baquetas del Parque Bonfil de Mazatlán, permanece Pablo cuidando algunas redes pesqueras.
No vive bajo el techo de una casa sino sobre la banqueta en la zona donde tradicionalmente se tejen excluidores antes del inicio de cada temporada pesquera, junto a unas tablas y, un árbol en que colocó un trozo de camiseta con la imagen de la virgen de Guadalupe a la que se encomienda.
“Voy para cuatro años desde que llegué, la pegué, es un pedazo de camisa yo sí creo –en la Virgen – todo el tiempo le pido que me vaya bien que me proteja porque está dura la situación, muchos tienen y tiene que buscarle uno para comer algunos andan haciendo sus travesuras por eso a unos les va mal”, advierte.
Pablo va a cumplir 57 años de edad es conocido por muchos en el Parque Bonfil, en un tiempo trabajó de cargador, en la construcción pero no pudo continuar ni se pudo embarcar por su salud y la situación económica es cada vez más difícil.
Platica que desde niño sufre de asma, no necesitó atender la recomendación sanitaria de “quédate en casa” para que no prolifere el contagio porque tiene que permanecer en este lugar que considera su hogar donde vive solo.
Hay ocasiones en que le ataca fuerte el sereno y el frío en la noche y usa constantemente el inhalador pero siempre trata de tener uno de reserva, indica.
“Lo tengo de reserva el medicamento para ponerlo en el aplicador, cada rato compro uno en cuanto me lo voy acabando compro el otro, consigo para comprarlo, cuesta como 54 pesos”.
Recuerda que el asma se le presentó desde los 10, 11 años de edad, le daba más fuerte en aquel tiempo, este padecimiento le ha dificultado conseguir trabajo o en algunas partes como en la construcción ya no puede chambear en la obra porque le hace daño la cal y, el polvo.
Su tiempo transcurre en el Parque Bonfil, un lugar tranquilo de día pero en la noche se eleva la delincuencia de la que se tiene que cuidar por vivir en la intemperie.
“Hay que tener cuidado eso que ni que, el gobierno está ocupado en otras cosas se aprovecha la delincuencia. Ahorita no me han molestado para nada”.
Los policías le llaman la atención a veces le preguntan que hace allí y le preguntan a la gente del lugar sobre él, muchos lo conocen y no lo molestan, es que Pablo en ocasiones también cuida algunos chinchorros a cambio de 200 pesos por noche, en otras ocasiones lo que le vaya cayendo 20, 50 pesos, dice.
“Aquí tengo mi ropa, cada rato veo que pasan con cosas (delincuentes) y si les llamo la atención me pegan a mí, en la noche se queda solo comienza a bajar gente viciosa. A veces me voy pa´ allá dejo mis cositas y cuando vengo ya todo picado, acomodo otra vez las cosas, tengo mi cambio de ropa en la cubeta la que voy a lavar y ya, acarreo agua”, agrega.
Por la noche coloca una tarima de madera amarra bien su bicicleta por si intentan robarla.
“Ya me robaron dos bicicletas de estas, me dejaron a pie dos veces, me quedo dormido, la dejé aquí recargada cuando cerré los ojos, los abrí ya no estaba y ni modo fui a la casa de empeño y compré esta, me la dieron en 200 pesos”, recuerda.